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Rev Clin Med Fam. Vol. 4. N�m. 2 - 01 de junio 2011
Art�culos Especiales
Medicalizaci�n de la vida (I)

 

 

Documento SCAMFYC

Ram�n Orueta S�ncheza, Coral Santos Rodr�guezb, Enrique Gonz�lez Hidalgoc,
Eva M� Fagundo Becerrac, Gemma Alejandre L�zaroa,
Javier Carmona de la Morenaa, Javier Rodr�guez Alcal�a,
Jos� M� del Campo del Campob, Mar�a Luisa D�ez Andr�sd,
Natalia Vall�s Fern�ndeza, Teresa Butr�n G�mez
d


a
M�dico de Familia, Toledo.
b M�dico de Familia, Albacete.
c M�dico de Familia, Ciudad Real.
d M�dico de Familia, Guadalajara.

Correspondencia: Ram�n Orueta S�nchez, Centro de Salud Siller�a, C/ Siller�a s/n, 45001 - Toledo. E -mail: roruetas@gmail.com.

Recibido el 5 de mayo de 2011.

Aceptado para su publicaci�n el 12 de mayo de 2011.


RESUMEN

La medicalizaci�n de la vida es uno de los problemas que actualmente contribuyen a la masificaci�n de las consultas del M�dico de Familia y de los Servicios de Urgencias, provocando, a la vez, dificultades para proporcionar una atenci�n de alta calidad y frustraci�n en una buena parte de los profesionales.

Entendemos por medicalizaci�n el proceso de convertir situaciones que han sido siempre normales en cuadros patol�gicos y pretender resolver, mediante la medicina, situaciones que no son m�dicas, sino sociales, profesionales o de las relaciones interpersonales. La medicalizaci�n es un proceso continuo que se autoalimenta y crece de forma constante, facilitado por una situaci�n en la que la sociedad va perdiendo toda capacidad de resoluci�n y su nivel de tolerancia. Su origen es multifactorial, existiendo diversas causas y actores implicados (sociedad, medios de comunicaci�n, industria farmac�utica, pol�ticos, gestores y profesionales sanitarios), jugando el sector sanitario un papel fundamental en dicho proceso. Los profesionales sanitarios son, a la vez, actores y victimas de dicho proceso. Presentamos en este documento una reflexi�n sobre el proceso de medicalizaci�n de la vida y los factores intervinientes.

Palabras clave: Servicios de Salud, Procedimientos Innecesarios, Actitud frente a la Salud.


ABSTRACT

Medicalisation of every-day life (I)

Medicalisation of every-day life is one of the problems currently contributing to the massification of visits to the Doctors� surgeries or Hospital Emergency Departments, thus making it difficult to provide high quality healthcare and causing frustration for many health professionals.

Medicalisation is understood as being the process of turning normal human conditions into medical conditions and trying to resolve them through medicines. Such conditions are not medical, but social or professional conditions or having to do with interpersonal relationships. Medicalisation is an on-going process that feeds on itself and is steadily growing, aided by a situation in which society is losing all ability of resolution and tolerance. Its origin is multifactorial, and there are several causes and actors implicated (society, the media, the pharmaceutical industry, politicians, managers and health professionals), the health sector playing a key role in this process. Health professionals are both the actors and the victims of this process. We present a reflection on the process of medicalisation of every-day life and the intervening factors.

Key words. Health Services Misuse, Unnecessary Procedures, Attitude to Health.


INTRODUCCI�N

La atenci�n a la salud ha sido una prioridad en todas las sociedades desde que estas existen como tales y esta prioridad sigue presente en la actualidad, habiendo acaecido �nicamente una evoluci�n en los aspectos en los que se centra dicha atenci�n, la forma de actuar sobre los mismos o la distribuci�n de la atenci�n entre las distintas capas sociales.


A lo largo de la historia, y actualmente en los pa�ses pobres, los esfuerzos prioritarios se han centrado en la obtenci�n de los recursos b�sicos para la vida, como son el disponer de los alimentos suficientes para una alimentaci�n adecuada, el garantizar el acceso a agua potable, etc. Una vez garantizados �stos, la atenci�n se dirige hacia las enfermedades de mayor incidencia y las de mayor repercusi�n sobre la morbimortalidad, siendo las enfermedades infecciosas el paradigma de procesos de atenci�n prioritaria en estos pa�ses.

Por el contrario, en los pa�ses desarrollados, garantizados el acceso a las necesidades b�sicas y la atenci�n a los procesos patol�gicos existentes, aparece una tendencia creciente a abarcar dentro del �mbito sanitario situaciones que hasta este momento eran consideradas ajenas al mismo. En ellos, la sociedad ha desplazado al campo m�dico la b�squeda de soluciones a problemas inherentes a la realidad subjetiva y social de las personas y la obsesi�n por una salud perfecta se ha convertido en un factor pat�geno predominante y as� "una persona sana es solamente un enfermo sin identificar".

La denominada paradoja de la salud, existente tanto en la sociedad como a nivel individual en los pa�ses desarrollados, hace referencia a la constataci�n de que cuanto mayor es la situaci�n objetiva de salud m�s son los problemas de salud declarados, y que cuanto mayores son los recursos empleados en salud mayor es la proporci�n de personas que se sienten enfermos.

La definici�n sobre salud de la OMS de 1946, que considera a �sta de forma ut�pica y subjetiva como algo m�s que la ausencia de enfermedad y la eleva al estado de bienestar absoluto, contribuye a la incorporaci�n al �mbito m�dico de nuevas situaciones y problemas.

En la actualidad, situaciones de la vida como el cansancio o la frustraci�n y variantes de la normalidad como la calvicie o la fealdad est�n siendo consideradas como enfermedades y, en muchos casos, sometidas a tratamiento farmacol�gico o incluso quir�rgico. Ni las propias etapas de la vida escapan a esta propensi�n a medicalizar, y as� se tiende a someter al control m�dico el nacimiento, la adolescencia, la menopausia, etc.

En el momento actual el derecho a la salud esta convirti�ndose en un peligroso objeto de consumo, y no estamos lejos de un horizonte indeseable en el que la sociedad viva de manera insana por su desmedida preocupaci�n por la salud. Estamos asistiendo a la generaci�n de una dependencia de la medicina que incapacita a las personas para cuidarse a s� mismas y una disminuci�n de la tolerancia al sufrimiento y al malestar.

Es urgente una reflexi�n colectiva sobre hacia d�nde nos conduce la ruta trazada, las consecuencias de la medicalizaci�n de la vida y sobre qu� tenemos que hacer los distintos actores implicados para reconducir dicha situaci�n.

La Sociedad Castellano-Manchega de Medicina de Familia y Comunitaria (SCAMFYC) es conocedora de esta realidad y desde hace a�os est� trabajando en aspectos relacionados con el tema. Fruto de este trabajo son los documentos "Uso Racional del Medicamento" (2003), "Nuevas Demandas de la Poblaci�n" (2005) y "Uso Racional de los Recursos" (en elaboraci�n).

A trav�s del presente documento, SCAMFYC trata de reflexionar sobre el problema de la medicalizaci�n mediante el an�lisis de las causas y factores implicados en su desarrollo y la propuesta de acciones encaminadas a paliar dicha problem�tica.

DEFINICI�N DEL PROBLEMA

El t�rmino medicalizaci�n es un neologismo que no es recogido en el Diccionario de la Real Academia Espa�ola de la Lengua, pero que hace referencia a una realidad actual que los profesionales reconocen con una significaci�n propia.

En la d�cada de los sesenta del pasado siglo, Meador acu�� el primer t�rmino que puede considerarse como precursor del t�rmino medicalizaci�n, al hablar de la "no enfermedad" y su atenci�n, entendi�ndose como tal aquel problema humano que es definido por alguna instancia como condici�n m�dica, pero para el que se obtendr�an mejores resultados si no fuera considerado como tal.

Actualmente, la definici�n m�s aceptada sobre medicalizaci�n es la propuesta por Kishore, que la define como la forma en que el �mbito de la medicina moderna se ha expandido en los a�os recientes y ahora abarca muchos problemas que antes no eran considerados como entidades m�dicas y para los que la medicina no dispone de soluciones adecuadas ni eficaces. Quiz�s pueda ser m�s clara la definici�n que considera la medicalizaci�n como la conversi�n en procesos patol�gicos de situaciones que son y han sido siempre completamente normales y el pretender resolver mediante la medicina situaciones que no son m�dicas sino sociales, profesionales o de las relaciones interpersonales:

- Se considera necesario el control m�dico de ciertas etapas de la vida (adolescencia, menopausia, envejecimiento, etc.).

- Problemas personales/sociales pasan a considerarse como problemas m�dicos (tristeza, duelo, s�ndrome postvacacional, etc.).

- Factores de riesgo pasan a considerarse como aut�nticas enfermedades (osteoporosis, dislipemia, etc.).

- Situaciones o cuadros poco frecuentes pasan a ser considerados, de forma artificial, como situaciones o cuadros frecuentes (disfunci�n er�ctil, disfunci�n sexual femenina, etc.).

- S�ntomas o cuadros leves son elevados, de forma artificial, a indicadores de cuadros graves (colon irritable, s�ndrome premestrual, etc.).

En una encuesta realizada a iniciativa de la revista British Medical Journal en 2002 sobre las principales "no enfermedades" que han pasado al control del campo m�dico destacaron: envejecimiento, alteraciones capilares (calvicie y canas), fealdad, celulitis, resaca e infelicidad, aunque otro estudio publicado con anterioridad en la misma revista puso en evidencia que exist�a cierta discrepancia entre profesionales y no profesionales a la hora de considerar o no, como enfermedad, algunas circunstancias o procesos.

EL PROCESO DE MEDICALIZACI�N

El proceso de medicalizaci�n de un problema o situaci�n no es algo instant�neo que acontece en un momento dado, sino que se produce de forma paulatina a lo largo de un periodo de tiempo, generalmente prolongado, y requiere de una serie de condiciones o pasos:

1. La situaci�n, el sufrimiento o el problema debe ser considerado como algo anormal por parte de la Sociedad y, por lo tanto, precisa de una soluci�n o abordaje por parte de alg�n sector de dicha Sociedad. La consideraci�n de anormalidad, en general, es establecida por colectivos sociales poderosos (como la propia industria farmac�utica, que se ofertar� m�s tarde para solucionar el problema), mientras que suelen ser los sectores sociales m�s d�biles los que quedan englobados en dicha categor�a. En muchos de los casos el problema no tiene nada que ver con una enfermedad, aunque la medicina pueda dar una soluci�n (un ejemplo es la cirug�a est�tica, que da respuesta a un sufrimiento que no es causado por ninguna enfermedad).

2. Los sectores encargados tradicionalmente de solucionar dicha situaci�n de anormalidad no dan respuesta a la misma, o dan una respuesta insuficiente o no adecuada a las demandas sociales, por lo que la Sociedad rechaza estas respuestas y excluye o margina estos sectores tradicionales. Esta percepci�n de que la respuesta recibida es inadecuada puede verse influida por sectores que pueden verse beneficiados por este sentimiento.

3. Se inicia un proceso de b�squeda de nuevos sectores que den respuesta a las demandas no satisfechas. Aunque dicha b�squeda suele incidir sobre el sector sanitario, tambi�n puede realizarse en otros �mbitos.

4. Los distintos actores implicados en el proceso de asistencia sanitaria (profesionales, gestores, legisladores, etc.) deben aceptar que dicha situaci�n pase a formar parte de su campo de actuaci�n. Esta aceptaci�n puede verse influenciada por presiones externas y, aunque siempre los objetivos asistenciales y humanitarios de la medicina se han visto influidos por aspectos pol�ticos, econ�micos y de control social, �stos han ganado peso en las �ltimas d�cadas.

5. El sector sanitario busca soluciones para dar respuesta a los nuevos retos planteados. Con frecuencia, la soluci�n aportada precisa de la realizaci�n de pruebas diagn�sticas y la instauraci�n de tratamiento (farmacol�gico, quir�rgico, etc.), gener�ndose el fen�meno de la medicalizaci�n.

6. Con frecuencia el c�rculo se cierra porque las actuaciones m�dicas implantadas no dan respuesta a los problemas, lo que genera mayor incertidumbre y aumento de la inseguridad. Como consecuencia, se generan nuevas situaciones que requieren de nuevas respuestas y �stas llegan, nuevamente, desde el sector sanitario.

FACTORES CAUSALES O INTERVINIENTES

La progresiva medicalizaci�n de la vida es un problema de origen complejo en el que intervienen muy diversos factores de �ndole social, cultural, econ�mico, sanitario, etc. Conocer y analizar estos factores facilita la toma de decisiones encaminadas a solucionar dicha situaci�n.

Con car�cter puramente expositivo (la mayor�a de los factores podr�an incluirse en varios de los apartados), estos factores pueden dividirse en funci�n de su relaci�n con la sociedad, los medios de comunicaci�n, las instituciones pol�tico-sanitarias, los profesionales y la industria farmac�utica.

Sociedad

Sus creencias y valores van a determinar sus necesidades sentidas y sus expectativas.

- Cambios en el concepto salud/enfermedad. La medicina est� vinculada al conjunto de la cultura de una sociedad y la trasformaci�n de las concepciones m�dicas esta condicionada, a su vez, por las trasformaciones de las ideas de cada �poca. Sobre esta base, como el concepto salud/enfermedad se elabora a nivel social y cultural, este concepto debe valorarse en cada contexto sociocultural espec�fico. En el momento actual se est� produciendo una redefinici�n de fen�menos que antes eran propios de otras esferas para incluirlos en la esfera sanitaria. Por otra parte, el incremento de las capacidades tecnol�gicas aumenta la sensibilidad de la identificaci�n de patolog�as y reduce el umbral a partir del cual tratarlas, aumentando as� la incidencia de las enfermedades. Adem�s, el riesgo (la presencia de factores de riesgo) ha pasado de ser considerado como una probabilidad de enfermar a ser considerado como una enfermedad, siendo los f�rmacos preventivos un mercado al alza. Todo ello hace que, cada vez con mayor frecuencia, se incluyan como enfermedad situaciones que antes eran consideradas de otro �mbito, aspectos meramente est�ticos, s�ntomas y signos banales e inespec�ficos, factores de riesgo, etc.

- Aumento del valor de la salud en la sociedad. Este aumento de valor se debe, en gran parte, a distintos aspectos negativos, como una mayor percepci�n de vulnerabilidad, mayor miedo a la enfermedad y a la muerte, etc. Sin poder negar el valor de la salud, �ste no puede llevarse a un nivel en el que la sociedad haga negaci�n del sufrimiento y de la enfermedad, lo que conlleva que, como dice una frase c�lebre, "la sociedad est� enfermando por no enfermar".

- Acceso a la informaci�n. Uno de los mayores cambios sociales acontecidos en las �ltimas d�cadas es el mayor acceso a la informaci�n, e Internet ha supuesto un hito en este sentido. Los temas sanitarios no son ajenos a esta realidad. El problema surge no de la informaci�n en s� misma, sino de la calidad de la misma. La falta de rigor existente en diferentes fuentes, con Internet a la cabeza, ocasiona errores y sesgos importantes que aumentan expectativas, generan autodiagn�sticos, etc. Alg�n autor denomina "malicia sanitaria" dar informaci�n a trav�s de medias verdades, extrapolaciones atrevidas, interpretaciones sesgadas, simplificaci�n del problema, etc. Aunque algunos aspectos se mencionan con m�s detalle en los apartados dedicados a la industria farmac�utica y los medios de comunicaci�n, solo recordar que una parte no desde�able (20%) de los gastos de la industria farmac�utica en publicidad va dirigido a la poblaci�n y que en muchas ocasiones esta promoci�n no aparece como anuncios sino como publirreportajes, "campa�as de concienciaci�n", etc.

- Capacidad de decisi�n. Aunque el concepto es considerado como un aspecto positivo, debe tenerse en cuenta que la poblaci�n solo act�a y elige en libertad cuando dispone de informaci�n veraz y completa, pero es sabido, como se comenta en el apartado anterior, que generalmente recibe informaci�n parcial y sesgada y esto determina que su capacidad de decisi�n est� muy influida.

- Secularizaci�n de la sociedad. El declive de la funci�n religiosa en el consuelo y afrontamiento de los problemas ha originado que la b�squeda de soluciones se realice a otros niveles y los servicios sanitarios ocupan un lugar destacado en esta b�squeda.

- La medicina como parte del mercado de consumo. El aumento del nivel de vida en los pa�ses desarrollados lleva aparejado un aumento del consumismo. El mercado fomenta la demanda de medicina y tecnolog�a m�dica, que han pasado a ser bienes de consumo. Los medicamentos y, en menor medida las pruebas complementarias, son el objeto material de cambio en la relaci�n mercantil entre el m�dico y la poblaci�n. El mercado anima, adem�s, a que el paciente tenga capacidad de elegir no solamente entre las alternativas diagn�sticas o terap�uticas apropiadas para su proceso, sino tambi�n para solicitar aquellos que no est�n indicados. Es lo que algunos autores denominan "doctor shopping". En resumen, la enfermedad se ha convertido en un producto industrial alimentado por el deseo de estar sano.

- Fascinaci�n por la tecnolog�a. Existe el sentimiento creciente de que cualquier prueba es mejor que la simple valoraci�n m�dica o de que la t�cnica �ltima en aparecer es por definici�n mejor que las existentes previamente, y esto comporta p�rdida de ciertos valores como la relaci�n m�dico-paciente o el componente socio-cultural de los procesos.

- Expectativas ilimitadas. Las expectativas, como todas las creencias y valores, vienen determinadas por factores externos e internos del sistema y est�n sometidas a cambios permanentes, siendo los profesionales una de las principales fuentes de dichas creencias/expectativas. La Sociedad, pero tambi�n los gestores y los profesionales (aunque en menor medida), espera resultados ilimitados de la medicina: pruebas para todo, curaci�n de todas las enfermedades, prevenci�n sin l�mites, etc. La tecnificaci�n y los avances de la medicina han creado expectativas irreales lleg�ndose a la idea ut�pica de que la ciencia encontrar� la soluci�n a todas las enfermedades y problemas. Por este motivo, no se acepta que no existan soluciones o tratamientos para todas las patolog�as.

- Disminuci�n de los niveles de tolerancia. La Sociedad actual ha experimentado una reducci�n del nivel de tolerancia al dolor y al sufrimiento y requiere de la atenci�n sanitaria para situaciones que antes eran aceptadas y resueltas sin necesidad de recurrir a los profesionales sanitarios. Es lo que algunos autores denominan "tolerancia cero". Al solicitar atenci�n, se produce una medicalizaci�n de dichas situaciones y esto genera mayores expectativas y menor tolerancia, cerrando un circulo de perpetuaci�n de la situaci�n.

- B�squeda de soluciones inmediatas. Muy unida a la disminuci�n del nivel de tolerancia est� la b�squeda inmediata de soluciones, lo que condiciona la consulta nada m�s aparecer los s�ntomas. Se exigen todo tipo de pruebas diagn�sticas que permitan un diagn�stico inmediato y se solicitan tratamientos que resuelvan r�pidamente el cuadro. Todo ello genera que en las fases iniciales de procesos (con s�ntomas inespec�ficos y variables), y ante la presi�n de la poblaci�n, se prescriban tratamientos que con alta probabilidad van a resultar ineficaces y ello genera nuevas consultas y nuevos tratamientos.

- Disminuci�n de la capacidad de autocuidados. Actualmente se tiende a considerar que el sistema sanitario debe ser el garante de todo tipo de cuidados, por lo que se va perdiendo la capacidad de que la persona genere cuidados para s� misma. El acceso a la informaci�n, la capacidad de desarrollo individual o el aumento del consumo tienen aspectos muy positivos, pero a la vez han generado unas expectativas desmesuradas, una disminuci�n de la seguridad y de la capacidad de contenci�n de problemas y un aumento del miedo a enfermar, y todo ello ha conducido a una p�rdida de la capacidad de autocuidados y a un aumento del consumo de servicios sanitarios. Dos ejemplos claros en este sentido son la preferencia de los medicamentos (ayuda externa) frente a los cambios en el estilo de vida (esfuerzo personal) y el papel denostado que ha adquirido la automedicaci�n, de la que se han destacado �nicamente los aspectos negativos, cuando es una herramienta �til para la soluci�n de m�ltiples cuadros menores.

- Reducci�n de las redes informales de cuidados. Distintos cambios sociales acontecidos en las �ltimas d�cadas (reducci�n del tama�o familiar, cambios en la estructura familiar, incorporaci�n de la mujer al mercado laboral, etc.) han ocasionado que los recursos informales se hayan visto reducidos y que su lugar est� siendo ocupado, cada vez en mayor proporci�n, por los cuidados formales, con la consiguiente tendencia a la medicalizaci�n.

- Escasa educaci�n sanitaria de la poblaci�n. Aunque buena parte de la poblaci�n tiene un acceso pr�cticamente ilimitado a la informaci�n, la parcialidad de �sta, la baja calidad general y la falta de pensamiento cr�tico unido a un sentimiento de exigencia por los derechos personales, muy por encima de las responsabilidades colectivas, repercuten en un escaso nivel educativo sanitario, proporcionando al individuo muy escasos recursos para enfrentarse tanto a los problemas personales como colectivos, trasladando esta responsabilidad al sistema sanitario.

Medios de Comunicaci�n

Conocidos como "el cuarto poder", juegan un importante papel en la transmisi�n de la informaci�n a la poblaci�n y, por ello, son moduladores de las creencias y expectativas de la sociedad.

- Fuente de informaci�n sanitaria. Los medios de comunicaci�n ocupan un lugar destacado en cuanto a la informaci�n sanitaria recibida por la poblaci�n. Representan, tras los profesionales, el segundo lugar como fuente de informaci�n sanitaria. Ello es debido a que un porcentaje importante de las noticias que transmiten abordan temas relativos a la salud.

- Poder medi�tico. Algunos trabajos han evidenciado la relaci�n directa entre la aparici�n de una noticia m�dica en los medios de comunicaci�n y la utilizaci�n de los servicios sanitarios por dicho motivo.

- Sesgos de informaci�n. Los medios de comunicaci�n tienen el derecho y el deber de informar, pero el concepto de noticia de inter�s se relaciona con la novedad, con lo deseado, con lo excepcional. Ello hace que la tendencia sea a informar sobre m�todos diagn�sticos infalibles y terap�uticos con eficacia segura. Este sesgo en la informaci�n genera expectativas irreales que contribuyen a la medicalizaci�n.

- Informaci�n versus publicidad. En diversas ocasiones lo que es mera publicidad aparece camuflada como informaci�n bajo la f�rmula de publirreportaje, y a los lectores no siempre les resulta sencillo identificar que aquello es un mensaje publicitario pagado por una empresa con inter�s en su promoci�n.

- Promoci�n de alimentos "saludables". Una parte importante de la informaci�n y de la publicidad aborda el tema de alimentos "saludables" (por ejemplo, cereales que regulan el ritmo intestinal, yogures con probi�ticos, etc.), de los que en muy pocos casos existen estudios que demuestren esas supuestas virtudes destacadas. Ello contribuye a medicalizar una parte importante de la vida como es la alimentaci�n y, adem�s, generan falsas expectativas que crean decepci�n al no verse satisfechas.

Instituciones Pol�tico-Sanitarias

Los pol�ticos y los gestores son los responsables de establecer las estrategias a seguir y definir la cartera de servicios que se presta a la poblaci�n, y estos aspectos pueden jugar un importante papel en la medicalizaci�n de la vida.

- Modelo universal, accesible y abierto. Nuestro modelo sanitario permite el acceso de todas las personas a todos los servicios, de forma libre y gratuita, y en todo momento. Estas caracter�sticas representan algunos de los principales puntos positivos y fuertes de nuestro sistema sanitario, pero tienen como connotaci�n negativa que facilitan la medicalizaci�n de la sociedad.

- Servicios y organizaciones basados en demandas y no en necesidades. Diversos servicios, organizaciones, etc. se han creado y estructurado en funci�n de demandas de la poblaci�n, y estas demandas, que con frecuencia son fomentadas por sectores con intereses espec�ficos, no siempre guardan relaci�n con las necesidades reales de la sociedad ni existen intervenciones eficaces para resolverlas. Un ejemplo en este sentido son los Servicios de Urgencias en Atenci�n Primaria. Fueron creados con el objetivo de atender situaciones de urgencia que no admiten demora y que han pasado a denominarse Puntos de Atenci�n Continuada, con el mensaje de que se acude a los mismos siempre que se considere oportuno, con independencia de la urgencia real o no de su situaci�n. Esto ha llevado a su masificaci�n y, como consecuencia, al aumento de su dotaci�n humana y material, y todo ello utiliz�ndose como pretexto la demanda de la poblaci�n.

- Pol�ticas paternalistas y acr�ticas. Aunque el art�culo 43 de la Constituci�n Espa�ola hace al Estado garante y responsable de la protecci�n de la salud de la poblaci�n, esto no implica que no deban realizarse pol�ticas de fomento de la autonom�a y del autocuidado y de dimensionar correctamente las expectativas y las responsabilidades individuales en materia de salud. El sistema sanitario hace suyas funciones que antes quedaban fuera de su �mbito de actuaci�n y, adem�s, no aclara las limitaciones del mismo en cuanto a recursos o resultados, facilitando la creaci�n de expectativas alejadas de la realidad. Adem�s, el sistema se preocupa de mejorar su eficiencia a trav�s de medidas organizativas y de gesti�n, pero sin apenas valorar el objetivo (hacia d�nde vamos y qu� pretendemos conseguir). Por otra parte, los pol�ticos, y en menor medida los gestores, tratan de evitar la toma de decisiones conflictivas que puedan hacer disminuir su popularidad y tienden a poner en marcha actuaciones de gran aceptaci�n popular con independencia de su efectividad. En base a ello, se realizan intervenciones sanitarias para todo tipo de problemas: olas de calor, dificultades educativas, inadecuaciones laborales, etc.

- Papel preponderante de la Atenci�n Hospitalaria frente a la Atenci�n Primaria. Aunque no hay ponencia o discurso donde no se diga que la Atenci�n Primaria es el eje del sistema, esto casi nunca se ve reflejado ni en las grandes decisiones pol�ticas ni en las decisiones de gesti�n directa. Esta perdida de rol principal y de recursos hace que la atenci�n prestada en el primer nivel asistencial sea menos resolutiva y m�s dependiente de otros niveles asistenciales. La poblaci�n lo interioriza como una falta de valor de la Atenci�n Primaria y va teniendo la percepci�n de que precisa la realizaci�n de pruebas complementarias ante cualquier dolencia o que cualquier cuadro deba ser valorado por el especialista correspondiente, y todo ello contribuye a la medicalizaci�n.

- Creaci�n de sistemas/estructuras paralelos. El propio sistema crea servicios, tanto a nivel de atenci�n primaria como hospitalaria, que compiten entre s� para la atenci�n de enfermedades (por ejemplo, equipos de atenci�n domiciliaria para pacientes terminales) e incluso para no-enfermedades (por ejemplo, consulta de atenci�n al adolescente). Ello genera, adem�s de una p�rdida de eficiencia de los recursos, p�rdida de visi�n integral de la persona, mensajes discordantes que aumentan la incertidumbre y la angustia o mayores expectativas de la poblaci�n, aumento, en resumen, de la medicalizaci�n.

- Burocratizaci�n sanitaria de la Sociedad. La incorporaci�n al campo sanitario de burocracia externa al mismo (justificantes de ausencias escolares, impresos para vacaciones de la tercera edad, parte de descanso maternal, etc.) contribuye a fomentar la creencia de que dichas situaciones son situaciones dependientes a dicho sistema y se crean nuevas expectativas respecto al mismo.

- Los Organismos reguladores/controladores y sus relaciones. En diversas ocasiones existen dudas de la independencia de los Organismos o Instituciones reguladores/controladores. Es conocida, por publicada, la participaci�n de la FDA en la defensa de algunas compa��as farmac�uticas, pero tambi�n son conocidas las relaciones en nuestro entorno, como que la reciente Ley de garant�as y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, en el apartado de aportaciones por ventas, establezca una graduaci�n que se base en criterios de pol�tica industrial y no sanitarios.

- Expansi�n acr�tica de la medicina preventiva centrada en el individuo. La prevenci�n es popular y todo el mundo acepta como obvio el "m�s vale prevenir que curar", lo que facilita la implementaci�n de medidas preventivas (cribados, vacunas, etc.), con un dudoso balance entre riesgo y beneficio. Esta expansi�n contribuye a la medicalizaci�n de la sociedad y crea falsas expectativas sobre la posibilidad de evitar todos los riesgos. Este modelo es con frecuencia dogm�tico y culpabiliza a aquellos profesionales o usuarios que disienten.

Profesionales

Los profesionales sanitarios ven de forma directa en su pr�ctica cl�nica diaria las consecuencias de la medicalizaci�n, pero a su vez tienen un importante papel en la aparici�n de dicho fen�meno.

Varios de los factores comentados en el apartado de pol�ticos-gestores (paternalismo, atenci�n basada en la demanda, etc.) son igualmente v�lidos en este apartado dedicado a los profesionales.

- Grupo fundamental en la medicalizaci�n. Los profesionales constituyen el grupo fundamental de los actores implicados, ya que tienen la capacidad/poder de determinar qu� diagn�sticos establecen y qu� actuaci�n terap�utica realizan. El resto de grupos implicados (sociedad, medios de comunicaci�n, pol�ticos, etc.) pueden fomentar la medicalizaci�n, pero son los profesionales quienes finalmente la llevan a cabo. Pero, a�n siendo los responsables finales, no se debe olvidar que est�n sometidos a una doble presi�n cient�fico-t�cnica y social que les induce a la misma, siendo en m�ltiples ocasiones los �nicos que escuchan y aportan alg�n tipo de actuaci�n a diversas situaciones, aunque �stas no sean efectivas.

- P�rdida de la visi�n multifactorial de la enfermedad. La formaci�n m�dica se centra b�sicamente en la esfera biol�gica de los procesos y esto condiciona que exista una tendencia creciente, apoyada por la tecnolog�a, de centrar el origen de todos los procesos en su vertiente biol�gica, dejando a un lado los factores psicol�gicos y sociales implicados.

- Parcelaci�n de la atenci�n. Existe una creciente superespecializaci�n de la medicina, lo que fragmenta la atenci�n prestada. Cada persona acaba siendo atendida por diversos profesionales. Esto determina que se genere un sobredimensionamiento de los problemas, lo que generalmente deriva en un mayor n�mero de controles realizados, de pruebas complementarias solicitadas, en muchas ocasiones simples repeticiones de la misma prueba, y de medicamentos prescritos con los riesgos y problemas que todo ello puede generar.

- Sobrecarga de trabajo. Uno de los grandes problemas sin resolver en la asistencia sanitaria, especialmente en Atenci�n Primaria. Este exceso de demanda determina que el tiempo disponible para cada paciente sea escaso, siendo dif�cil establecer, en el escaso tiempo disponible, las verdaderas necesidades y demandas de los pacientes, sus conocimientos sobre el tema y sus posibilidades de autocuidados, traduci�ndose todo ello en la realizaci�n de pruebas y la prescripci�n de tratamientos innecesarios que fomentan la medicalizaci�n. No puede dejar de comentarse en este apartado que, en ocasiones, la sobrecarga de trabajo es la raz�n esgrimida para no realizar algunas actividades y de justificar la forma de realizaci�n de otras.

- Trabajo con incertidumbre. Todos los profesionales, pero especialmente los de Atenci�n Primaria, trabajan con incertidumbre debido a diversas circunstancias: fases iniciales de la enfermedad (signos y s�ntomas con gran indefinici�n y variabilidad), relaciones dudosas de causalidad, escasos estudios sobre la efectividad de las intervenciones, etc., y ello genera dudas y ansiedad, que contribuyen al empleo de f�rmacos de forma defensiva y esto, a su vez, contribuye a la medicalizaci�n. En una atenci�n fuertemente burocratizada algunos profesionales han podido sentirse c�modos ante una responsabilidad protegida entre "papeles" (partes, recetas, informes, pruebas complementarias, derivaciones, etc.). En esta situaci�n el manejo de la incertidumbre, como un hecho natural propio del proceso salud-enfermedad y caracter�stico del primer nivel asistencial, puede resultar un lujo.

- Complejidad para establecer el l�mite entre la normalidad y la anormalidad. Muy unido al punto anterior, los profesionales no siempre pueden establecer con absoluta certeza qu� persona est� sana y cu�l enferma, qu� acontecimientos son normales y cu�les no, y ello determina dudas que conducen a una mayor petici�n de pruebas complementarias y a la instauraci�n de tratamientos innecesarios. Un ejemplo citado por varios autores de esta dificultad de establecer los l�mites entre sano y enfermo es la clasificaci�n DSM-IV de trastornos mentales, que identifica como tales situaciones el trastorno de ansiedad por desaparici�n, los problemas paternofiliales o los problemas religiosos y/o espirituales.

- Conversi�n a enfermedad de los factores de riesgo. Existe una tendencia creciente a tratar como enfermedad lo que no son m�s que factores de riesgo, convirtiendo en enfermos personas que �nicamente tienen aumentado su riesgo de enfermar y sin que en muchos de los casos existan evidencias del beneficio de actuar sobre dichos factores.

- Dificultad en el empleo del rigor cient�fico. No existen estudios que demuestren la validez de muchos de los m�todos diagn�sticos existentes ni sobre la eficacia o efectividad de un alto n�mero de tratamientos que con frecuencia se prescriben. Adem�s, es conocido que existe un sesgo en los estudios publicados en las revistas cient�ficas y en las recomendaciones de expertos, ocasionado por diversos motivos. Entre ellos destaca la intervenci�n de la industria farmac�utica, pues una parte importante de la investigaci�n est� financiada por ella. Las revistas cient�ficas cubren parte de sus presupuestos gracias tambi�n a dicha industria (anuncios, separatas de los ensayos cl�nicos financiados por ella, etc.), e incluso muchos de los grupos de expertos que emiten recomendaciones existen gracias al patrocinio de la misma. En este apartado tambi�n pueden considerarse los estudios en subgrupos artificiales ad-hoc y los megaensayos para obtener significaci�n estad�stica en m�nimas diferencias, en los que las conclusiones obtenidas (que eran las esperadas) son las que han determinado la metodolog�a del mismo.

- Sobreutilizaci�n de las nuevas tecnolog�as. Quiz�s, en parte influidos por la dificultad en establecer el l�mite entre lo normal y lo patol�gico y por la falta de evidencias cient�ficas sobre las actuaciones recomendables en diversas circunstancias, los profesionales tienden a utilizar con frecuencia las nuevas tecnolog�as, aunque no se conozca con certeza su validez y �stas aumenten la sensibilidad de la identificaci�n de alteraciones de la normalidad y reduzcan el umbral a partir del cual deben abordarse m�dicamente. Se pueden incluir en este apartado las pruebas de detecci�n gen�tica, que est�n otorgando la etiqueta de enfermo a personas por el solo hecho de tener una alteraci�n gen�tica que aumenta la probabilidad de sufrir una enfermedad en el futuro.

- Tendencia a la innovaci�n terap�utica. Espa�a ocupa uno de los primeros puestos a nivel mundial en el empleo de nuevos f�rmacos, aunque un alto porcentaje de estas nuevas mol�culas no aporten avances destacables respecto a las ya existentes (medicamentos "me-too"). Esta oferta constante de nuevos tratamientos crea un aumento de las expectativas que casi nunca se ve compensado.

- Puesta en marcha de actividades sin evidencia de su utilidad. Con frecuencia se ponen en marcha distintas actividades con el objetivo plausible de dar nuevos servicios a la poblaci�n, pero para las que no existen evidencias de su eficacia/efectividad y que fomentan la medicalizaci�n al generar la idea de que son actividades necesarias. Adem�s, al existir falta de resultados se genera mayor ansiedad e incertidumbre y nuevas consultas. Ejemplos de ello son muchas de las actividades realizadas dentro del programa del ni�o sano (conocido de forma sarc�stica como programa del ni�o "cr�nicamente sano") o de los reconocimientos de empresa. Algunos autores hablan de obstinaci�n terap�utica, entendiendo como tal la realizaci�n de tratamientos o intervenciones que no aportan beneficio para el paciente, abarcando m�s conceptos que el cl�sico de actuaciones en el paciente terminal.

- Medicina defensiva. Probablemente en relaci�n con varios de los puntos ya comentados (sobrecarga asistencial, trabajo con incertidumbres, falta de evidencias en muchas situaciones, etc.), junto con el temor a posibles denuncias, existe un tendencia creciente a realizar una medicina defensiva que se traduce en m�s pruebas complementarias y m�s tratamientos "por si acaso" que contribuyen al proceso de medicalizaci�n de los problemas.

- Inercia "medicalizadora" y "farmacolizadora", entendiendo como tal la tendencia inmediata a realizar una intervenci�n, generalmente solicitar alguna prueba complementaria o pautar un tratamiento farmacol�gico, cada vez que una persona consulta, sea cual sea el motivo de la misma. Tambi�n puede quedar englobado en este apartado el seguimiento inadecuado de procesos con tendencia a aumentar dosis o a�adir nuevos f�rmacos ante la persistencia de s�ntomas, signos o alteraciones en las pruebas complementarias, sin verificar si dicha persistencia puede deberse a situaciones como el incumplimiento terap�utico.

- Prescripci�n inducida. Si bien es cierto que el problema de medicalizaci�n en general, y farmacolizaci�n en particular, es com�n a todos los sectores sanitarios, no es menos cierto que en la Atenci�n Hospitalaria este problema se ve acrecentado. Esto repercute negativamente en la Atenci�n Primaria, ya que una parte importante de su prescripci�n es inducida (30-45%), y porque, aunque existe desacuerdo en una parte importante de esta prescripci�n inducida (15-30%), es dif�cil de solventar.

- Limitaciones de las recomendaciones de Sociedades Cient�ficas y grupos de expertos. Vienen dada por dos razones. En primer lugar, la falta de evidencias que sostengan las actuaciones en todas las situaciones a las que se deben enfrentar los cl�nicos. En segundo lugar, y como ya se ha mencionado en el punto anterior, en ocasiones, las Sociedades Cient�ficas y los grupos de expertos, cuyo importante papel est� fuera de discusi�n, ven limitada su capacidad por las relaciones existentes, econ�micas y no econ�micas, con las Instituciones o con la industria farmac�utica, y ello puede ocasionar sesgos en sus recomendaciones.

- Relaciones con la industria farmac�utica. Los profesionales mantienen con frecuencia relaciones con la industria farmac�utica que sin duda condicionan algunas de sus decisiones y pueden suponer un aumento de la prescripci�n de f�rmacos que favorece la medicalizaci�n de algunas circunstancias.��

Industria farmac�utica

La industria farmac�utica representa otra parte de los factores implicados en la medicalizaci�n de la vida, pero, aunque su papel es conocido, no por ello se debe caer en la focalizaci�n de toda la responsabilidad. Es sin duda una pieza importante del puzzle, pero �nicamente una pieza del mismo.

- La industria farmac�utica como empresa. Las empresas farmac�uticas, como cualquier otra, buscan obtener los m�ximos beneficios. Este es un objetivo l�gico y l�cito. Su problema es que la obtenci�n de este objetivo se realiza a trav�s de estrategias que no siempre resultan beneficiosas para la salud de la poblaci�n y contribuyen a su medicalizaci�n.

- B�squeda de mercado. Se busca aumentar el mercado de un medicamento a trav�s de varias v�as: nuevas indicaciones, ajustes de los objetivos terap�uticos (reducir la cifra de un valor considerada como normal supone m�s personas tratadas y con mayores dosis), presentaci�n como innovaci�n de lo que �nicamente supone la introducci�n de peque�as modificaciones moleculares (is�meros, presentaciones de liberaci�n retardada, etc.), etc., y varias de estas estrategias contribuyen claramente a la medicalizaci�n. En ocasiones, la industria presta escaso inter�s en encontrar nuevos f�rmacos para enfermedades existentes y centra parte de sus esfuerzos en dar salida a f�rmacos existentes a trav�s de la creaci�n de nuevas enfermedades.

- Investigaci�n sesgada. Una parte importante de los avances en el campo m�dico, especialmente en su faceta terap�utica, se han producido gracias a la investigaci�n realizada o patrocinada por la industria farmac�utica, pero esto es un arma de doble filo. Al financiar y promocionar gran parte de los ensayos cl�nicos est� en condiciones de influir en el tipo y objetivos de las investigaciones desarrolladas, lo que determina en gran medida la "evidencia disponible" (solo existe evidencia de lo que se investiga/publica y no existe evidencia de lo que no se investiga o no se publica). Esto influye en los profesionales que tratan de hacer su trabajo correctamente a trav�s del empleo de la evidencia disponible. Adem�s, la investigaci�n patrocinada por la industria tiende a ser m�s favorable a los productos de dichos laboratorios que los estudios independientes.

- Promoci�n de enfermedades. La industria dedica una parte importante de su presupuesto a la denominada "disease mongering" (promoci�n de enfermedades), que hace referencia al esfuerzo que realizar�an las compa��as farmac�uticas por llamar la atenci�n sobre condiciones o enfermedades frecuentemente inofensivas, con objeto de incrementar la venta de medicamentos, mediante campa�as publicitarias, visitadores m�dicos, estudios que intentan medicalizar cualquier dolencia, etc., pero esta inversi�n les resulta rentable. Existen distintas estrategias para conseguir este objetivo: tomar un s�ntoma com�n y hacerlo parecer el signo de una enfermedad importante, definir el porcentaje de poblaci�n que padece un problema lo m�s ampliamente posible, usar sesgadamente la estad�stica, etc. El s�ndrome de hiperactividad en el ni�o, la disfunci�n sexual o el trastorno de ansiedad social son algunos de los ejemplos que han sido ampliamente comentados en la literatura cient�fica.

- Promoci�n de medicamentos. Las empresas farmac�uticas invierten en el marketing de sus f�rmacos una parte destacada de su presupuesto y esta promoci�n se dirige tanto a los profesionales como a la poblaci�n general. La parte m�s importante de la promoci�n (80%) se dirige a los profesionales e Instituciones, realiz�ndose habitualmente a trav�s de visitas, peque�os obsequios (por ejemplo, libros), inscripciones a congresos, etc., pero en ocasiones la influencia es m�s sutil a trav�s de formaci�n sesgada (charlas de expertos seleccionados, pseudocongresos promocionales, etc.). Otra parte de la promoci�n se dirige directamente a la poblaci�n y, aunque representa un porcentaje menor (aproximadamente un 20% seg�n alguna publicaci�n), tiene un impacto importante, ya que genera opini�n y demanda.

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