Shirly S�enz Durana, Farith Gonz�lez Mart�nezb, Shyrley D�az C�rdenasc
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a Odont�loga, Mag�ster en Salud P�blica, Universidad Nacional de Colombia.
b Odont�logo, Mag�ster en Salud P�blica, Departamento de Investigaci�n, Facultad de Odontolog�a, Universidad de Cartagena,�Colombia.
c Odont�loga, Mag�ster en Salud P�blica, Departamento de Odontolog�a Preventiva y social, Facultad de Odontolog�a, Universidad de Cartagena, Colombia.
Correspondencia: Farith Gonz�lez Mart�nez, Facultad de Odontolog�a, Universidad de Cartagena, Campus de la Salud, barrio Zaragocilla, Cartagena de Indias, Colombia. Telf.: 6698184 ext. 110, correo electr�nico: farithgm@hotmail.com.
Recibido el 9 de julio de 2011.
Aceptado para su publicaci�n el 1 de agosto de 2011.
RESUMEN
Objetivo. Describir la prevalencia de h�bitos y des�rdenes alimenticios en universitarios y relacionarlos con factores socio-demogr�ficos, f�sicos y conductuales.
Dise�o. Estudio de corte transversal.
Emplazamiento. Municipio de Cartagena de Indias, Colombia.
Participantes. Un total de 1.040 estudiantes de los programas diurnos y nocturnos de la Universidad de Cartagena.
Mediciones principales. Se utiliz� una encuesta estructurada para evaluar h�bitos alimenticios y aspectos socio-demogr�ficos, EAT-26 y SCOFF para trastornos alimenticios y escala de Holmes and Rahe para la susceptibilidad de enfermar. Se estim� la ocurrencia a trav�s de prevalencias, las relaciones entre variables a trav�s de razones de disparidad y el an�lisis multivariable mediante regresi�n log�stica nominal.
Resultados. El motivo m�s frecuente para no alimentarse bien fue la falta de costumbre y tiempo. La susceptibilidad de enfermar fue del 23,1% y el riesgo de anorexia y bulimia del 14,2%. En el an�lisis multivariable el mejor modelo con el SCOFF mostr� significaci�n estad�stica con edad (OR: 1,86), susceptibilidad de enfermar (OR: 1,77), dieta (OR: 2,81), problemas de colon (OR: 1,8) y no realizar actividad f�sica (OR: 3,04).
Conclusiones.� Los h�bitos y trastornos de alimentaci�n en estudiantes universitarios est�n influidos por factores relacionados con el quehacer universitario, siendo necesario considerar este comportamiento alimentario como un problema relevante que interact�a con el buen desarrollo de las actividades acad�micas.
Palabras Clave. H�bitos Alimenticios, Trastornos Alimenticios, Estudiantes.
ABSTRACT
Eating habits and disorders associated to socio-demographic, physical and behavioural factors in university students, Cartagena Colombia.
Objective. To describe the prevalence of eating habits and disorders in university students and their relationship with socio-demographic, physical and behavioural factors.
Design. Cross-sectional study
Setting. Municipality of Cartagena de Indias, Colombia.
Participants. 1040 students in day and evening programmes at the University of Cartagena.
Main measurements. A structured questionnaire was used to assess eating habits and socio-demographic factors; EAT-26 and SCOFF for eating disorders and the Holmes and Rahe scale for the susceptibility to disease. Occurrence was estimated by prevalence, assuming confidence 95% intervals. Relationships between variables were evaluated using odds ratios and multivariate analysis using nominal logistic regression.
Results. The most common reason for not eating well was the lack of habit and time. Susceptibility to disease was 23.1% and the risk of anorexia and bulimia 14.2%. The best model for logistic regression with SCOFF showed statistical significance with age (OR: 1.86), susceptibility to disease (OR: 1.77), diet (OR: 2.81), colon problems (OR: 1.8), and lack of physical activity (OR: 3.04).
Conclusions. Eating habits and disorders in university students are influenced by factors related to university life. This behavior should be considered as a serious problem that one that interferes with the smooth running of academic activities.
Key Words. Eating Habits, Eating Disorders, Students.
INTRODUCCI�N
El estilo de vida de determinados grupos poblacionales puede conducir a h�bitos alimentarios y modelos diet�ticos y de actividad f�sica que se convierten en factores de riesgo para las enfermedades cr�nicas. Por otro lado, el acceso a la universidad supone un cambio importante en el individuo, que puede repercutir en su estilo de vida, lo que� convierte a este subgrupo poblacional en vulnerable desde el punto de vista nutricional1. Los trastornos del comportamiento alimentario son problemas graves que producen complicaciones m�dicas y psicosociales que pueden llevar a la muerte. Se cree que en los pa�ses occidentales industrializados la frecuencia de los trastornos de la conducta alimentaria ha aumentado en las �ltimas tres d�cadas y que la edad de inicio es m�s temprana. Los trastornos de la conducta alimentaria entre mujeres adolescentes y adultos j�venes de estos pa�ses presentan una prevalencia que oscila entre el 1% y el 8%, siendo m�s frecuente la bulimia nerviosa que la anorexia nerviosa2,3,4.
Los estudios realizados en Colombia sobre h�bitos alimenticios en estudiantes universitarios son escasos y la mayor parte de �stos utilizan instrumentos de cribado para estudiar la prevalencia de riesgo de la enfermedad. En otros pa�ses se han reportado estudios por Garc�a- Segovia5, cuyos resultados demuestran que la comida del mediod�a es percibida como la m�s importante y un alto porcentaje de los encuestados la consumen fuera de su lugar de residencia, al menos dos veces por semana. En este mismo sentido, la actividad f�sica diaria de los participantes fue considerada como media, siendo los hombres los que m�s deporte realizan. Estas exposiciones son consideradas un problema de salud p�blica en Colombia, debido a que el sobrepeso y la obesidad tienen a�n mayor relevancia. Son potencialmente eventos silenciosos que tienen consecuencias catastr�ficas en la salud general de una poblaci�n, siendo m�s preocupante en el entorno de la regi�n Caribe Colombiana, cuya poblaci�n, por influencias comportamentales mediadas por la cultura, ha trasformado sus h�bitos alimenticios con dietas similares a las de pa�ses en desarrollo y la mayor�a de sus adolescentes llevan un estilo de vida sedentario6.
En la ciudad de Cartagena no se conocen publicaciones que aborden esta problem�tica, aunque se han reportado estudios en t�picos muy generales sobre el comportamiento de los estudiantes, relacionados con su sexualidad y consumo del cigarrillo entre otros, pero no se ha indagado a fondo sobre los h�bitos y desordenes alimenticios de los mismos, sus causas y posibles impactos en la salud.�
Teniendo en cuenta estos hallazgos, interferir los estilos de vida se convierte en una de las acciones m�s eficaces para la prevenci�n de enfermedades de tipo metab�lico y cardiovascular y la promoci�n de la salud general de un individuo, siendo importante promover en los estudiantes universitarios los estilos de vida saludables, los cuales se ven influidos por variables fisiol�gicas, psicosociales y familiares.
El objetivo del presente estudio fue describir la prevalencia de h�bitos y des�rdenes alimenticios en universitarios y relacionarlos con factores socio-demogr�ficos, f�sicos y conductuales.
MATERIAL Y M�TODO
Estudio de corte transversal realizado en una poblaci�n de 8.981 estudiantes matriculados en la universidad de Cartagena, sede Cartagena de Indias, en jornadas diurnas y nocturnas presenciales en el primer periodo acad�mico de 2011. La muestra fue de 980 sujetos, c�lculo obtenido a partir de una f�rmula estad�stica, asumiendo una frecuencia esperada del fen�meno de estudio (trastornos alimenticios) del 15%, confianza del 95% y error relativo del 2%. Este tama�o se recalcul� teniendo en cuenta una tasa de no respuesta del 5%, obteni�ndose una muestra definitiva de 1.040 participantes.
El muestreo utilizado fue de tipo probabil�stico con afijaci�n proporcional por programas y semestre con reemplazo. Para tal fin se utiliz� una lista de n�meros aleatorios con la cual se fueron seleccionando los individuos. Previo a esto se tuvo en cuenta que los participantes fueran estudiantes activos matriculados en la universidad de Cartagena durante el periodo de estudio. Se excluy� a los estudiantes que no desearon participar en el estudio, a los que no diligenciaron el consentimiento informado por escrito y a los que no emitieron de forma adecuada las respuestas en el cuestionario.
Se utiliz� una encuesta estructurada para valorar los h�bitos alimenticios y las variables socio-demogr�ficas (variables independientes), la cual consta de 32 preguntas polit�micas tipo Likert con �nica respuesta. �sta fue dise�ada desde la teor�a y fue evaluada su validez de apariencia a trav�s de tres jueces expertos, teniendo en cuenta su pertinencia, suficiencia de las categor�as, plausibilidad, sem�ntica, sintaxis y ordenamiento de los �tems. Las variables sociodemogr�ficas fueron: edad en a�os cumplidos, sexo, estratificaci�n social (bajo 1 y 2, medio 3 y 4, alto 5 y 6), programas acad�micos (derecho diurno, derecho vespertino, comunicaci�n social, trabajo social, ling��stica y literatura, historia, filosof�a, econom�a, ingenier�a civil, ingenier�a de sistemas, ingenier�a de alimento, administraci�n de empresas, administraci�n industrial, contadur�a p�blica, matem�ticas, medicina, odontolog�a, enfermer�a, qu�mica farmac�utica y qu�mica) y semestres (I a X).
Para los trastornos alimenticios (variable dependiente) se utiliz� el instrumento EAT-267, como prueba de despistaje, el cual consta de 26 preguntas no estructuradas, y posteriormente el cuestionario SCOFF8, el cual tiene cinco preguntas no estructuradas y eval�a los trastornos anorexia y bulimia. Para la susceptibilidad de enfermar (variable independiente) se utiliz� la escala de Holmes And Rahe9, que eval�a 42 eventos que generar�an alteraciones entre los j�venes y con cuya puntuaci�n� se obtienen las siguientes probabilidades de enfermar: mayor de 300 (probabilidad de enfermar del 80% en un futuro cercano, 3 meses), 150-299 (50% de probabilidad de enfermar) y menor de 149 (30% de probabilidad de enfermar).
La informaci�n fue recolectada en una sola etapa dentro de los programas y semestres muestreados. Los investigadores entregaron los cuestionarios a cada participante previo diligenciamiento del formato de consentimiento informado por escrito, el cual estuvo contemplado en el presente estudio a partir del trabajo con seres humanos y la posible violaci�n de su intimidad con la divulgaci�n de la informaci�n obtenida. Esto fue soportado por la resoluci�n de Helsinki, modificaci�n de Edimburgo 2000 y resoluci�n 8430, antiguo Ministerio de Salud, Colombia 1993.
Los datos fueron analizados con el programa estad�stico STATA, versi�n para Windows 10.0. Se estim� la ocurrencia de los h�bitos y trastornos alimenticios a trav�s de prevalencias, asumiendo intervalos de confianza del 95%. El an�lisis bivariable se realiz� a trav�s de razones de disparidad, utilizando los intervalos de confianza y la prueba chi-cuadrado para la significaci�n estad�stica, con un l�mite de decisi�n de 0.05. Por �ltimo, se realiz� an�lisis multivariable a trav�s de regresi�n log�stica nominal. Todos los estimadores fueron ajustados a partir del dise�o muestral (afijaci�n proporcional por programa).
RESULTADOS
Los participantes en el presente estudio ten�an un promedio de edad de 23 a�os (DE: 8,5). La distribuci�n de las caracter�sticas de la muestra aparece en la tabla 1. Por otro lado, 22 estudiantes rechazaron su participaci�n en el estudio, lo que corresponde al 2,1 %.

Tabla 1. Caracter�sticas de la muestra estudiada (Cartagena, 2011).
Con respecto a los h�bitos alimenticios, cerca de la mitad de los participantes consumen tres comidas al d�a (44,9%). Tambi�n se observa una mayor frecuencia de estudiantes que consumen comidas en horas adecuadas (35,7 %), sin embargo, para el desayuno la mayor�a lo hacen entre las 8 a.m. y las 9 a.m. (33,9%). En este mismo sentido, solo el 4,5% de los participantes manifestaron asistir al comedor universitario, programa que organiza la universidad de Cartagena con apoyo de la administraci�n distrital. De estos, el 60,9% consume el almuerzo en su lugar de residencia (tabla 2).

Tabla 2. H�bitos alimenticios diarios en los sujetos de estudio (Cartagena, 2011).
De acuerdo al tipo de alimento consumido durante el d�a, para el desayuno se privilegian los azucares en 27,5%. Para el almuerzo y la cena, los alimentos c�rnicos con 45,3% y 30,2% respectivamente (tabla 3).
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Tabla 3. Tipo de alimentos consumidos durante el d�a en los sujetos de estudio (Cartagena, 2011)
Para los alimentos consumidos entre comidas (media ma�ana o media tarde), con mayor frecuencia se consumen mecatos (peque�o refrigerio que se toma entre comidas), con 29,7 %. Adem�s, el consumo de frutas solo se observa en el 13,2 %.
Entre los factores relacionados con los h�bitos alimenticios, el motivo m�s frecuente para no alimentarse bien fue la falta de costumbre y el tiempo, con 37,6% y 36,5%. Por otro lado, el principal motivo para elegir un alimento fue el gusto (70,4 %). Al mismo tiempo se evidenciaron deterioros en la salud relacionados con la alimentaci�n, como gastritis (30,1%), y ante situaciones estresantes el 36% de los estudiantes descuidan su nutrici�n e ingieren menos alimentos. La mayor parte de los participantes no realizan actividad f�sica (44,5%) (tabla 4).

Tabla 4. Frecuencia de factores relacionados con los h�bitos alimenticios en los sujetos de estudio (Cartagena, 2011).
La susceptibilidad de enfermar a trav�s de la escala de Holmes And Rahe fue del 23,1% (IC 95%: 20,0-26,0). La frecuencia de individuos que presentaron riesgo de trastornos alimenticios, seg�n el EAT-26, fue del 7,8% (IC 95%: 5,9-9,8) y para SCOFF (anorexia y bulimia) del 14,2% (IC 95%: 11,7-16,7).
A nivel bivariable, al asociar el riesgo de trastornos de la alimentaci�n seg�n el SCOFF con variables socio-demogr�ficas, f�sicas y conductuales, se encontr� asociaci�n estad�stica con la edad (OR: 1,7; IC 95%: 1,19-2,42; p=0.003), observ�ndose mayor riesgo en menores de 19 a�os, y con el sexo (OR: 1,84; IC 95%: 28-2,64; p=0.001), siendo mayor los valores en el sexo masculino. Adem�s, tambi�n hubo significaci�n estad�stica con susceptibilidad de enfermar (OR: 1,9; IC 95%: 1,31-2,76; p=0.001), �dieta (OR: 2,8; IC 95%: 1,46-5,4; p=0.002), problemas de colon (OR: 2,5; IC 95%: 1,66-3,79; p=0.01), anemia (OR: 2,86; IC 95%: 1,45-5,65; p=0.002) y no realizar actividad f�sica (OR: 2,93; IC 95%: 2,03-4,23; p=0.000). Para las dem�s variables no se encontr� significaci�n estad�stica. En el an�lisis multivariable el mejor modelo mostr� significaci�n estad�stica (p=0.000) al conjugar las siguientes variables: edad (OR: 1,86; IC 95%: 1,26-2,77; p=0.002), susceptibilidad de enfermar (OR: 1,77; IC 95%: 1,17-2,70; p=0.000), dieta (OR: 2,81; IC 95%: 1,29-6,10; p=0.009), problemas de colon (OR: 1,8; IC 95%: 1,12-2,91; p=0.01) y no realizar actividad f�sica (OR: 3,04; IC 95%: 2,01-4,58; p=0.000) (tabla 5).

Tabla 5. An�lisis de regresi�n entre trastornos de alimentaci�n (SCOFF) y factores socio-demogr�ficos, f�sicos y conductuales en los sujetos de estudio (Cartagena,� 2011). * Significaci�n estad�stica (p<0,05); ** estimadores ajustados por dise�o muestral (afijaci�n proporcional por programas acad�micos); *** estimadores ajustados por regresi�n log�stica.
Al asociar el riesgo de trastornos de la alimentaci�n seg�n el EAT-26 con variables socio-demogr�ficas, f�sicas y conductuales, se encontr� asociaci�n estad�stica para el sexo (OR: 1,97; IC 95%: 1,22-3,19; p=0.006), siendo mayor la probabilidad para los hombres, y con los ingresos econ�micos (OR: 1,71; IC 95%: 1,26-4,28; p=0.02), observ�ndose mayor probabilidad de trastornos en los estudiantes cuyos padres tienen ingresos menores a un salario m�nimo mensual legal vigente (SMMLV). Por otro lado, hubo significaci�n con la susceptibilidad de enfermar (OR: 2,12; IC 95%: 1,27-3,51; p=0.002), dificultades econ�micas (OR: 2,37; IC 95%: 1,37-4,13; p=0.002), falta� de tiempo para alimentarse (OR: 2,09; IC 95%: 1,32-3,32; p=0.002), falta de costumbre (OR: 0,43; IC 95%: 0,25-0,74; p=0.003), dieta (OR: 3,72; IC 95%: 1,77-7,82; p=0.001), elecci�n de alimentos por costos (OR: 2,6; IC 95%: 1,55-4,37; p=0.000), problemas de colon (OR: 2,9; IC 95%: 1,78-4,92; p=0.000), hipoglucemia e hipotiroidismo (OR: 25,5; IC 95%: 4,61-41,9; p=0.000) y anemia (OR: 6,3; IC 95%: 6,14-12,7; p=0.000). Adem�s, con no realizar actividad f�sica (OR: 2,03; IC 95%: 1,27-3,06; p=0.003). Para las dem�s variables no se encontr� significaci�n estad�stica. En el an�lisis multivariable, el mejor modelo mostr� significaci�n estad�stica (p=0.000) al conjugar las siguientes variables: ingresos econ�micos (OR: 2,33; IC 95%: 1,26-4,28; p=0.007), susceptibilidad de enfermar (OR: 2,11; IC 95%: 1,27-3,51; p=0.004), falta de tiempo para alimentarse (OR: 2,27; IC 95%: 1,37-3,77; p=0.001), dieta (OR: 6,0; IC 95%: 2,66-13,5; p=0.000) problemas de colon (OR: 2,46; IC 95%: 1,4-4,32; p=0.002), anemia (OR: 6,52; IC 95%: 2,94-14,5; p=0.000) y no realizar actividad f�sica (OR: 1,77; IC 95%: 1,06-2,94; p=0.002) (tabla 6).

Tabla 6. An�lisis de regresi�n entre trastornos de alimentaci�n (EAT-26) y factores socio-demogr�ficos, f�sicos y conductuales en los sujetos de estudio (Cartagena, 2011). * Significaci�n estad�stica (p<0,05); ** estimadores ajustados por dise�o muestral (afijaci�n proporcional por programas acad�micos); *** estimadores ajustados por regresi�n log�stica.
DISCUSI�N
Los desordenes alimenticios han sido ampliamente estudiados en escolares y estudiantes de secundaria, pero muy poco en estudiantes universitarios. De ah� la importancia de conocer este comportamiento para implementar acciones que mejoren los estilos de vida en adultos j�venes, poblaci�n altamente productiva en todos los pa�ses.
Con respecto a la validez interna del presente estudio, para evitar un sesgo de selecci�n se realiz� un muestreo con afijaci�n proporcional por programas y semestres. Por otro lado, debido a las caracter�sticas de los instrumentos autoadministrados, es posible que exista sesgo de memoria, el cual se intent� prevenir explicando a los participantes la intenci�n de cada pregunta expresada en el formulario. As� mismo, los formatos de encuestas fueron calibrados en un pilotaje con un grupo de estudiantes que no formaban parte de la poblaci�n de estudio, pero con caracter�sticas similares. A cada �tem se le valor� el grado de validez y consistencia, para posteriormente aplicarlos en los individuos seleccionados. Adem�s, a los cuestionarios construidos por los investigadores se les evalu� su validez de apariencia, a trav�s de una valoraci�n por tres jueces expertos, teniendo en cuenta su pertinencia, suficiencia de las categor�as, plausibilidad, sem�ntica, sintaxis y ordenamiento de los �tems, permitiendo adecuarlo al lenguaje de la ciudad de Cartagena para mejorar su comprensi�n e interpretaci�n.
En el presente estudio se encontr� que los j�venes consumen siempre sus tres comidas y acostumbran a desayunar, pero �ste se consume a media ma�ana, cuando ya ha avanzado la jornada acad�mica, siendo lo cotidiano desayunar antes de iniciar la jornada diaria (horario de las 7 a.m.). En este sentido, la gran mayor�a de los estudiantes consumen su primera comida entre las 8 y 9 a.m. Estos hallazgos son similares a los reportados por Ib��ez10 en estudiantes de odontolog�a de la Fundaci�n Universitaria San Mart�n de Bogot�, Colombia, donde el 67,6 % de los participantes no desayunan antes de iniciar sus labores acad�micas. De esta forma se percibe la irregularidad en la alimentaci�n en estas poblaciones, cuyos sujetos de estudio no siguen un r�gimen alimenticio regular y consumen la mayor�a de productos durante la segunda mitad del d�a. Por otro lado, el 78,8 % de los estudiantes consumen m�s de cinco comidas principales diarias, teniendo en cuenta que en pa�ses caribe�os, como Colombia, se consumen tres comidas principales y dos comidas peque�as a media ma�ana y media tarde. Al comparar con los resultados obtenidos en estudiantes argentinos11, �stos consumen cuatro comidas diarias en un 37,8%, con horarios irregulares en un 49,8%. Adem�s, en estudiantes chinos12 el consumo de tres principales comidas al d�a fue el m�s frecuente (79 %). En estudiantes colombianos, en la ciudad de Cali13, se report� que el 42,7% de los individuos consumen las tres principales comidas diarias.
Durante el almuerzo, el 60,9 % de los estudiantes encuestados en el presente estudio prefieren comer en su lugar de residencia, y adem�s m�s de la mitad de ellos consumen la cantidad de agua recomendada para el buen funcionamiento del organismo. No obstante, el consumo de frutas es bajo y se observa un alto consumo de comidas r�pidas (embutidos, fritos, hamburguesas) y mecatos (peque�os refrigerios que se toman entre comidas). Estos resultados son contrarios a los reportados por Troncoso et al14 en estudiantes universitarios, quienes encontraron consumo de jugos de frutas en el 47,6 % y consumo espor�dico de comidas r�pidas y papas fritas.
En el presente estudio, para el desayuno se privilegian los azucares y para el almuerzo y la cena los alimentos c�rnicos. En un estudio realizado en Barcelona, Espa�a15, se encontraron consumos superiores al 50 % de azucares y c�rnicos, as� como refrescos con y sin gas. Cabe resaltar que estos estudiantes tambi�n manifestaron consumo de frutas y verduras en niveles insuficientes, coincidiendo tambi�n con los resultados de la presente investigaci�n.
Por otro lado, en el presente estudio, el 70,4 % de estos estudiantes seleccionan sus alimentos por gusto propio y no por calidad o valor nutritivo, a diferencia de los hallazgos encontrados en estudiantes de la Universidad Ju�rez Aut�noma de Tabasco, M�xico16, quienes en la determinaci�n de la elecci�n de alimentos encuentran los factores econ�micos. En este sentido, este grupo de estudiantes destinaban para la alimentaci�n $20,00 pesos diarios mexicanos, lo que hace pensar que quiz�s muchos de los que asisten a universidades p�blicas no cuentan con los recursos suficientes para satisfacer sus necesidades alimentarias y nutritivas. En este sentido, en el ambiente universitario se pueden encontrar muchas opciones no saludables, pero es s�lo decisi�n de las personas saber seleccionar inteligentemente su alimentaci�n, cambiando su estilo de vida.
Muchos de los universitarios del presente estudio consideran que no presentan una alimentaci�n saludable y el 32,6% de ellos perciben que presentan h�bitos alimenticios deficientes para sus necesidades, que obedecen a la falta de tiempo en un 36,5% y a la costumbre en un 37,6%. �sta podr�a ser la justificaci�n a la disminuci�n de peso en el 38,9% de los participantes, con respecto al valor obtenido antes de ingresar a la Universidad. En j�venes universitarios pertenecientes a la Universidad Cat�lica de la Sant�sima Concepci�n, ubicada en la regi�n del B�o-B�o, Chile17, tambi�n se manifiestan similares motivos para no presentar una alimentaci�n saludable.
Al evaluar otros estilos de vida, adem�s de no encontrarse una alimentaci�n saludable para la edad, en los sujetos de este estudio se encontr� que el 44,5% no realizan actividad f�sica, lo que puede en el futuro fomentar la aparici�n de sobrepeso y obesidad. Esto coincide con lo reportado en estudiantes encuestados de la Pontificia Universidad Cat�lica de Valpara�so, Chile18, quienes en un 53% no realizan ejercicio. Adem�s, los universitarios chilenos presentaron descuido en su alimentaci�n por situaciones de estr�s, al igual que en el presente estudio, en cuyos estudiantes hubo un alta susceptibilidad de enfermar (escala de Holmes and Rahe)9. Esto explica que los participantes ante situaciones estresantes familiares descuiden su nutrici�n, ingiriendo menos alimentos y de baja calidad.
Los deterioros de la salud, como gastritis, dolor de cabeza y migra�a, problemas de colon y dolores abdominales, se presentaron con una frecuencia importante en el presente estudio. En este sentido tambi�n se coincide con Ib��ez et al5, quienes reportaron estas alteraciones, aunque con algunas diferencias entre sus proporciones (gastritis 55,3%, dolor de cabeza y migra�a 13,2% y problemas de colon 9,2%).
Con respecto a la prevalencia de desordenes alimenticios presentados posteriormente a la aplicaci�n del test de actitudes alimentarias (SCOFF), se encontr� anorexia o bulimia en el 14,2%. Este dato es inferior al obtenido por Ruedas et al18 en la Universidad Aut�noma de Bucaramanga, Colombia, donde el 38,7 % present� puntuaciones positivas. En este sentido, el cuestionario SCOFF parece ser una buena alternativa como instrumento para detectar los trastornos de la conducta alimentaria en universitarios. Cabe resaltar que estas pruebas son de despistaje y se hace necesaria la confirmaci�n de estos riesgos a trav�s de un diagn�stico psiqui�trico. En el presente estudio se utiliz� el cuestionario SCOFF, despu�s de hacer una exhaustiva revisi�n de la� literatura. Estudios de Morgan8 y Ruedas18 realizados� en universitarios han descrito la consistencia interna y la validez de criterio de este cuestionario, concluyendo que la prueba presenta sensibilidad por encima de 90% y especificidad por encima de 80%, siendo una buena alternativa para el despistaje de los trastornos alimenticios en universitarios. Estos resultados son contrarios a los obtenidos por Cogollo et al19, quienes concluyen que la consistencia interna del cuestionario SCOFF es notablemente baja en adolescentes estudiantes de un colegio de bachillerato de la ciudad de Cartagena. Por ser los participantes en el presente estudio j�venes universitarios, se tomaron como referencia otros resultados nacionales en poblaciones de universitarios8,18.
Por otro lado, al ser el EAT-26 una prueba de despistaje, en el presente estudio no se utiliz� como un instrumento definitivo en la identificaci�n de trastornos de la conducta alimentaria. Sin embargo, algunos estudios han demostrado que esta prueba puede ser una eficiente herramienta de monitorizaci�n como parte de un proceso de screening, teniendo en cuenta dos fases. A pesar de esto, el EAT-26 es una prueba con valor predictivo positivo bajo, por lo que se requiere utilizar otros� instrumentos complementarios para detectar conductas caracter�sticas de los trastornos alimenticios y evitar subregistros. Por ello, se consider� aplicar primero el test EAT-26 y luego la prueba de SCOFF. Esta �ltima ofrece un despistaje m�s seguro y por ende, al usarse ambas en los an�lisis bivariados, coincidieron en las significaciones estad�sticas de los estimadores obtenidos para algunos factores considerados de riesgo para los trastornos alimenticios.
En el presente estudio se encontr� significaci�n estad�stica al relacionar estos puntajes positivos del SCOFF con la edad, existiendo mayor probabilidad de trastornos en los menores de 19 a�os (OR:�1.7), contrario a lo reportado por Manrique et al20, quienes encontraron un OR: 0.69. Esto supone la necesidad de considerar al adolescente como vulnerable y en riesgo de padecer muchas adicciones y trastornos, por las condiciones psicosociales propias de esta etapa del ciclo vital individual, lo que permite realizar un seguimiento m�s de cerca en todas sus dimensiones. Seg�n Kaunas et al21, la tarea principal de la adolescencia es lograr la identidad personal, entendiendo �sta como un proceso de constante construcci�n. Seg�n este proceso, "el individuo se juzga a s� mismo a la luz de lo que percibe como la manera en que los dem�s lo juzgan a �l compar�ndolo con ellos". �
Por �ltimo, se observaron relaciones estad�sticamente significativas entre el riesgo de padecer anorexia y bulimia seg�n el SCOFF con la susceptibilidad de enfermar. Adem�s, hubo significaci�n estad�stica en la relaci�n con problemas de colon, anemias y dietas y con el hecho de no realizar actividad f�sica. Estos hallazgos son similares a los reportados por Manrique et al19, quienes observaron que todas las actuales pr�cticas diet�ticas en la poblaci�n estudiantil (OR: 8.76) son la causa generadora de estos problemas de salud. Se hace conveniente entonces remitir a esta poblaci�n a un diagn�stico psiqui�trico para confirmar los resultados por los problemas adicionales que se est�n presentando y que pueden ser el origen o la consecuencia de padecer anorexia y bulimia22-24.
Los resultados del presente trabajo pueden servir de gu�a para consolidar pol�ticas integrales de bienestar estudiantil en los universitarios, donde se puedan explorar los factores que influyen en este problema y acceder a ayudas psicol�gicas que permitan un manejo profesional de estas exposiciones dentro de cada periodo acad�mico.
A partir de los hallazgos observados, se concluye que existe presencia de trastornos de alimentaci�n y h�bitos inadecuados en estudiantes universitarios y que �stos se relacionan con algunos factores acad�micos y conductuales t�picos del quehacer universitario, siendo necesario considerar este comportamiento como un problema que produce complicaciones f�sicas y psicosociales y que puede llevar a la incapacidad para continuar el desarrollo de actividades acad�micas.
AGRADECIMIENTOS
A las directivas y estudiantes de la Universidad de Cartagena por su contribuci�n en la realizaci�n de este trabajo, el cual fue conducido por el Grupo de Salud P�blica GISPOUC y permiti� la formaci�n de un estudiante en la Maestr�a de Salud P�blica de la Universidad Nacional de Colombia.
BIBLIOGRAF�A
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