Sr. Editor:
La actual coyuntura econ�mica est� generando una suerte de sensaci�n de fatalismo, que� hace a muchos permanecer impasibles ante la p�rdida de grandes logros de nuestra sociedad que cost� a�os conseguir. Es m�s, nuestros gobernantes han sabido fomentar un sentimiento de culpa, a la que se es tan propenso en nuestra tradici�n judeocristiana, por haber estado viviendo por encima de nuestras posibilidades.
Pero dif�cilmente van a hacernos sentir as� en atenci�n primaria. La bonanza econ�mica pas� de largo para nosotros. Pol�ticas populistas centraron el inter�s del desarrollo del Sistema Nacional de Salud en la expansi�n hospitalaria, abandonando a su suerte a la atenci�n primaria. Mientras se creaban hospitales por doquier y se hipertrofiaban servicios, a veces s�lo para dar salida laboral a los residentes que iban terminando, cuando no con el objetivo de satisfacer ambiciones personales de jefes de servicio �vidos de mayor peso espec�fico en sus organizaciones, los m�dicos de familia que terminan su residencia se encuentran abocados, en muchas ocasiones a trabajar un d�a aqu� otro all�, frecuentemente con contratos que no abarcan toda la semana. Para mayor inquina, han de esperar "las migajas" de lo que queda despu�s de que m�dicos (?) sin formaci�n espec�fica de postgrado (extracomunitarios, con la intenci�n de burlar la legalidad) les dejen.
Esto no es una cuesti�n pol�tica, no podemos quedarnos al margen de unas decisiones que se pretende avalar con el peso de los votos. Muy al contrario, hay argumentos cient�ficos de peso que debemos esgrimir para subrayar la eficiencia de los servicios prestados en atenci�n primaria, frente al "saco sin fondo" de los hospitales. Y es responsabilidad de las sociedades cient�ficas y de las publicaciones profesionales clarificar estos puntos de vista, algo habitual en los pa�ses de nuestro entorno.
El British Medical Journal se ha hecho eco de estas preocupaciones. Para Fiona Godlee1, editora de la revista, hay que hablar de "intervenciones y servicios que habr�a que dejar de ofrecer para ahorrar dinero y mejorar la asistencia". As� plantea, siguiendo recomendaciones de diversos expertos, reconsiderar las endoscopias en personas con m�nimos sangrados gastrointestinales, la revascularizaci�n en personas con angina estable antes de que hayan recibido un tratamiento farmacol�gico �ptimo, la resecci�n de met�stasis pulmonares en el c�ncer colorrectal avanzado, la solicitud de tests de laboratorio de rutina, el uso de combinaciones de corticoides y antibi�ticos t�picos en eccemas, las ces�reas sin indicaci�n m�dica, los programas para mejorar el acceso a servicios psicol�gicos, las radiograf�as en el dolor lumbar o los corticoides inhalados para la enfermedad pulmonar obstructiva cr�nica leve o moderada. As� mismo sugiere fomentar tratamientos alternativos m�s baratos, como la fototerapia para pacientes con psoriasis moderada a severa, en lugar de los m�s costosos tratamientos biol�gicos. Junto a esto, hace hincapi� en la necesidad de disponer de servicios comunitarios fuertes, que permitan la asistencia de los pacientes fuera de los hospitales.
Otra prestigiosa revista, el European Journal of General Practice, se�alaba en un reciente editorial la necesidad de invertir en atenci�n primaria para conseguir una atenci�n sanitaria m�s eficiente2.
Es cierto que alguna iniciativa se ha visto por parte de las sociedades cient�ficas. As�, el Foro de M�dicos de Atenci�n Primaria3, en su reuni�n del 19 de enero mostraba su convencimiento de "que la mejora de la Atenci�n Primaria es imprescindible para la sostenibilidad del sistema sanitario y, adem�s, ahorradora de recursos". Es un buen comienzo, pero hay que ser m�s ambicioso en la denuncia de las pol�ticas actuales.
No podemos adormecernos con "cantos de sirena" que nos hablan de que somos privilegiados, y que tenemos que asumir la parte de sacrificio que nos corresponde. Nada hemos tenido que ver en el origen de esta situaci�n, y en absoluto se puede llamar privilegiado a quien ha tenido que pasar por un largo proceso formativo y selectivo para realizar un trabajo de alta responsabilidad y mal pagado con relaci�n a los m�dicos de otros pa�ses de nuestro entorno. Hay que decir bien alto que es inadmisible que adem�s se baje el sueldo y se aumenten horas de trabajo, o que suframos demoras en el pago de nuestros salarios. �C�mo puede consentirse que est�n sin pagar actividades de docencia desde 2010? �Por qu� aguantamos que la productividad de 2011 no se cobrara despu�s de recibir la n�mina correspondiente?... �C�mo admitimos que el trabajo de profesionales altamente cualificados est� en manos de estos gestores? Porque, efectivamente, estamos en manos de unos gestores nombrados con un criterio pol�tico, en base a la adscripci�n partidista, poco importa su conocimiento de aquello que tienen que gestionar.
La cualificaci�n requerida y la alta responsabilidad de nuestro trabajo deben determinar un rechazo a medidas arbitrarias. No debemos admitir las pol�ticas de recorte, reduciendo presupuestos a "tajo parejo", sin parase a discriminar c�mo sacar mayor rendimiento a los recursos. As�, nos vemos en la misma situaci�n los servicios infradotados y los hipertrofiados; o nos encontramos con medidas como la paralizaci�n del proceso de carrera profesional que castiga a quienes est�n en espera de reconocimiento de m�ritos frente a quienes tuvieron la suerte de llegar antes.
Por mucho que nieguen un inter�s en liquidar el Sistema Nacional de Salud, dif�cilmente nos van a convencer mientras sigan por este camino.
BIBLIOGRAF�A
1. Fiona Godlee. Room 101, where services go to die.�� BMJ. 2010; 340:c1523.
2.�Henk van Weert. The economic crisis is the right moment to invest in primary care.� Eur J Gen Pract. 2011; 17:203-4.
3.�Conclusiones del Foro de M�dicos de Atenci�n Primaria. http://www.noticiasmedicas.es/medicina/noticias/12790/1/Conclusiones-del-Foro-de-Medicos-de-Atencion-Primaria/Page1.html (con acceso el 31-1-2012).